Abrí los ojos ante la sorpresa de que el elevador había llegado al último del piso de mi antigua Facultad. Caminé por el pasadizo que tantas veces recorrí cuando aún estudiaba. Entré al baño y vi mi imagen reflejada en el espejo, sosteniendo las hojas del discurso de mi presentación. En pocos minutos estaría contando mi experiencia a alumnos del 1er año de Comunicaciones.
Y me vi ahí, como un estudiante nuevamente, nervioso pero contento. Entonces, no pude evitar escuchar muchas voces del pasado en mi cabeza... A mi padre, diciéndome que los límites los genero yo, así que soy dueño de mi propio camino... A mi hermano, diciendo lo mucho que gusta de mi admiración por él, ya que considera que yo soy una mejor persona... A mi madre, mi ejemplo de vida, diciendo que soy capaz de lo que desee mas que nunca pierda la humildad... A mis amigos, demostrando su orgullo y su cariño en las buenas y en las malas.
En ese momento, simplemente me sentí afortunado de tener a todos esos motores de energía, a todas esas fuentes de pasión alimentando mi sueño de vida. Hoy, cinco años después, miro hacia el pasado y puedo asegurar que no me arrepiento de nada. Todos mis errores, mis victorias, cada una de las relaciones que construí me llevaron a donde estoy.
Y ése es mi mensaje para el grupo de estudiantes que se inicia en su vida profesional:
Que el futuro es de cada uno y es uno mismo quien lo forma. Que la diversión, el esfuerzo, el trabajo, el dolor y la alegría son parte del mismo ciclo de desarrollo. Que siempre luchen con toda su pasión y que vivan cada día como si fuera el último. Porque aunque suene cliché el cielo es el límite.
1 comentario:
Bueno, en este caso, no me puedo identificar mucho con lo q dices porque nunca todavía me he encontrado en una situación como ésa.
Pero me puedo percibir todas la nostalgia que transmiten tus palabras. Muy bien, entre líneas se puede visualizar la escena con mucha claridad. Y eso, supongo, es un acierto en la redacción.
:)
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