Su presencia quebró el silencio
tan sutilmente que no lo noté.
Sus respiros, camuflados en la noche,
parecieron ser parte del ayer.
El hoy se sintió muy fresco.
El hoy se sintió amargo,
frenético, violento y
carente de letargo
Me sentí sin alma ni instrumento.
El dolor consumió la herida
de un llanto no permitido.
Con besos llenó el ambiente
y el lazo cumplió su cometido.
Los golpes y el contracorriente
hirvieron la sal de mis labios.
Un terror de invierno quebró mi esencia.
Quebró y el alma perdió sentido.
Aún siento en mí la ausencia de un fin,
de un propósito, de un destino...
uno cualquiera, una fé siquiera.
Me lo quitó todo y no entiendo, ¿por qué?

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