jueves, 26 de abril de 2007
What you waiting for, Alice???
Otra versión del cuento y una de mis favoritas.
Disfrútenla...
La liebre de Marzo.
miércoles, 25 de abril de 2007
Capítulo 7 - UNA MERIENDA DE LOCOS (fragmento)
Habían puesto la mesa debajo de un árbol, delante de la casa, y la Liebre de Marzo y el Sombrerero estaban tomando el té. El Sombrerero fue el primero en romper el silencio.-¿Qué día del mes es hoy? -preguntó, dirigiéndose a Alicia. Se había sacado el reloj del bolsillo, y lo miraba con ansiedad, propinándole violentas sacudidas y llevándoselo una y otra vez al oído.
Alicia reflexionó unos instantes.
-Es día cuatro dijo por fin.
-¡Dos días de error! -se lamentó el Sombrerero, y, dirigiéndose amargamente a la Liebre de Marzo, añadió-: ¡Ya te dije que la mantequilla no le sentaría bien a la maquinaria!
-Era mantequilla de la mejor -replicó la Liebre muy compungida.
Alicia había estado mirando por encima del hombro de la Liebre con bastante curiosidad.
-¡Qué reloj más raro! -exclamó-. ¡Señala el día del mes, y no señala la hora que es!
-¿Y por qué habría de hacerlo? -rezongó el Sombrerero-. ¿Señala tu reloj el año en que estamos?
-Claro que no -reconoció Alicia con prontitud-. Pero esto es porque está tanto tiempo dentro del mismo año.
-Que es precisamente lo que le pasa al mío -dijo el Sombrerero.
Alicia quedó completamente desconcertada. Las palabras del Sombrerero no parecían tener el menor sentido.
-No acabo de comprender -dijo, tan amablemente como pudo.
-¿Has encontrado la solución a la adivinanza? -preguntó el Sombrerero, dirigiéndose de nuevo a Alicia.
-No. Me doy por vencida. ¿Cuál es la solución?
-No tengo la menor idea -dijo el Sombrerero.
Alicia suspiró fastidiada.
-Creo que ustedes podrían encontrar mejor manera de matar el tiempo -dijo- que ir proponiendo adivinanzas sin solución.
-Si conocieras al Tiempo tan bien como lo conozco yo -dijo el Sombrerero-, no hablarías de matarlo. ¡El Tiempo es todo un personaje!
Teobaldo & Entisa
Ha de decirse que no hubo nunca historia más triste, más funesta, más romántica que ésta que relataré a continuación. Se trata de la escena final de un drama clásico de la literatura moderna. El escenario, un parque a orillas de un lago. Nuestros protagonistas, un mondadientes llamado Teobaldo y una aceituna llamada Entisa. Una tarde tormentosa marca el ritmo y la luna es el testigo mayor.Entisa: Teobaldo, las estrellas y su omnipotente madre acompañan y comprenden mi condición de desdichada. ¿Qué he hecho yo para merecer este castigo?
Teobaldo: Nada, amore mío... mi dulce Entisa, diosa de los alimentos envasados. La disputa entre nuestras familias es una prueba más que el poder máximo nos ha impuesto. Un calvario que debemos sobrepasar para disfrutar juntos en la otra vida.
Entisa: Pero de qué hablas mi querido Teobaldo, señor de la madera y la limpieza dental. ¿Qué dicen tus labios a los míos en esta noche de ráfagas de viento y aluviones intempestuosos?
Teobaldo: Que nuestro amor es puro y debe ser. Que nuestro linaje nos castiga y debemos aceptar. Que nuestro destino es el mismo. El oráculo tenía razón. Apolo ha señalado el camino a recorrer. Somos simples piezas en un juego que los grandes dominan hasta que lleguemos al después.
Entisa: Pero no te entiendo, mi querido. ¿De qué hablas? ¿De qué destino? ¿A qué después invocas para nuestra eterna unión?
Teobaldo: Al después que nos imponen los Dioses. Al después que nos empujan a realizar nuestros progenitores. A la misma muerte que nos llama desde el Hades. Al amor potenciado por la unión de nuestras sangres.
Un grito seco selló la tormenta. Una muerte empeñó el destino de estos malditos amantes. Otra, la desdicha de ambas familias. Los encontrarían al siguiente día abrazados junto al lago, Teobaldo clavado a través de Entisa. La flecha final que cupido envió a esta unión.
Destino cumplido, amor llevado al infinito. La luna es el testigo y llora aún la desdicha de estas almas. Y es que no hubo historia más triste que ésta de Teobaldo y su Entisa.
(Fin)
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