Habían puesto la mesa debajo de un árbol, delante de la casa, y la Liebre de Marzo y el Sombrerero estaban tomando el té. El Sombrerero fue el primero en romper el silencio.-¿Qué día del mes es hoy? -preguntó, dirigiéndose a Alicia. Se había sacado el reloj del bolsillo, y lo miraba con ansiedad, propinándole violentas sacudidas y llevándoselo una y otra vez al oído.
Alicia reflexionó unos instantes.
-Es día cuatro dijo por fin.
-¡Dos días de error! -se lamentó el Sombrerero, y, dirigiéndose amargamente a la Liebre de Marzo, añadió-: ¡Ya te dije que la mantequilla no le sentaría bien a la maquinaria!
-Era mantequilla de la mejor -replicó la Liebre muy compungida.
Alicia había estado mirando por encima del hombro de la Liebre con bastante curiosidad.
-¡Qué reloj más raro! -exclamó-. ¡Señala el día del mes, y no señala la hora que es!
-¿Y por qué habría de hacerlo? -rezongó el Sombrerero-. ¿Señala tu reloj el año en que estamos?
-Claro que no -reconoció Alicia con prontitud-. Pero esto es porque está tanto tiempo dentro del mismo año.
-Que es precisamente lo que le pasa al mío -dijo el Sombrerero.
Alicia quedó completamente desconcertada. Las palabras del Sombrerero no parecían tener el menor sentido.
-No acabo de comprender -dijo, tan amablemente como pudo.
-¿Has encontrado la solución a la adivinanza? -preguntó el Sombrerero, dirigiéndose de nuevo a Alicia.
-No. Me doy por vencida. ¿Cuál es la solución?
-No tengo la menor idea -dijo el Sombrerero.
Alicia suspiró fastidiada.
-Creo que ustedes podrían encontrar mejor manera de matar el tiempo -dijo- que ir proponiendo adivinanzas sin solución.
-Si conocieras al Tiempo tan bien como lo conozco yo -dijo el Sombrerero-, no hablarías de matarlo. ¡El Tiempo es todo un personaje!
No hay comentarios:
Publicar un comentario