sábado, 14 de septiembre de 2013

Siempre soy. Siempre fui.



Aquí estoy. Nunca me fui.

Asumiste que el viento de este invierno pasajero se llevó las hojas.
Pensaste que la arena de la playa se iría completa.
Que el fuego dentro de mí se apagaría.

Creíste que las aguas del mar cesarían de luchar por su propia libertad.
Que la misma revolución se apagaría ante el primer fracaso.
Creíste que el cielo ya no tenía más lágrimas para llover.

Y aquí estoy todavía. Jamás me fui.

El hierro y el destino me marcaron la piel y seguirán haciéndolo.
En cada paso, en cada respiro, en cada palabra, en cada pasión.

Creíste que el contorno de mi sonrisa se había endurecido.
Se había marchitado, había cesado y ya no había más de mí.
Temiste porque esa luz, ese faro no guiara más el rumbo de mi vida.

Y yo nunca me fui.


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