Su llanto y su sufrimiento me generaban miedo. Sus canciones erizaban la piel de mis venas. Su intención a mi entender era buena pero radical. Su método, una fe extrema que escapa a mi entendimiento.
Qué le habría sucedido a este ser que sufre por pasadizos y literas. Llorando por almas en pena y pecadoras. Derramando deseos por quienes ni siquiera reparan en verlo.
No entiendo, quizás me volví demasiado cínico. Quizás la realidad me dio una dosis demasiado grande de su resplandor y eso terminó por cegarme.
Pienso en las diferencias, las injusticias, los extremismos, la dejadez y a veces no entiendo... a veces no sé. Supongo que es esa dicotomía la que le da sabor a la vida y nos hace humanos, únicos e impredecibles.
Reflexión sobre extremista religioso.
Octubre 2015.
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