Hacía mucho tiempo que no tomaba una pluma y escribía como hoy. Hacía ya tanto que sentía que había olvidado mi estilo, la semántica y la forma de esparcir la tinta sobre el papel. Sentía miedo de que se hubieran acabado las ideas y que los sentimientos hubiesen desaparecido de este cerebro quizás demasiado racional. Tenía miedo de que el corazón hubiese dejado de latir y que su eco ya se hubiese perdido dentro de mi ser, en el espacio y que el silencio fuese lo único que reinara.
Sólo se necesitaba un espasmo, un despertar al amor, al placer. Un shock de realidad, de pura realidad, para tomar la pluma de nuevo y comenzar a contar los segundos, las experiencias, las razones por las que me siento vivo todos los días...
Para liberar mis demonios, para encontrar mis tristezas, las sonrisas e ilusiones.
Me siento afortunado de sentir la adrenalina nuevamente.
Esta vez no la dejaré ir.

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