miércoles, 22 de febrero de 2012
Alicia y ~el AGUA~
El lago se arriesgó a asomarse y sin querer desbordó el ánimo. Alicia, que estaba sentada en la orilla, le dio la mano al visitante y lo hizo sentirse bienvenido.
La luz del sol le sonrió a esta nueva amistad. Los girasoles cantaron alegres una y otra vez. El viento, de pura felicidad, no dejó de arrullar a las hojas hasta que terminó el otoño.
El cautivo corazón había sido colmado. La sed de las aguas había encontrado su pasión. Y Alicia había encontrado a su oráculo. Respiró hondo, cerró los ojos y se dejó ir.
Aún hoy en las tardes, si uno escucha muy atentamente, puede oír a la niña riendo, danzando en el agua, jugando con su amante y nosotros así, extrañándola, esperando que algún día el cauce nos la devuelva sana y salva.
(inspirado en los rumores de la musa de Lewis Carroll)
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