Corrieron hasta refugiarse bajo las escaleras de madera. Sus respiraciones agitadas fueron contenidas por el miedo cuando −uno a uno− los escalones empezaron a crujir. Sam tapó la boca de Jamie. Pronto, los pasos alcanzaron la planta baja. Sus corazones latían al unísono.
Sintieron cómo se acercaba… y de repente se detuvo en seco. Sus palpitaciones también. Sin anticiparlo, los pasos reiniciaron. Esta vez, seguidos por el rechinar de la puerta principal y el ruido seco de un adiós.
Aliviado y recuperando el aliento, Sam volteó para abrazar a Jamie. Estaba solo.
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